Mucho se dice y poco se sabe sobre la opinión del judaísmo sobre los tatuajes. ¿Existen tatuajes permitidos? ¿Si ya se tatuó, se lo deben retirar? ¿Se puede dar sepultura judía a un tatuado? ¿Se los quitan al fallecido antes del entierro?
por Jonathan Berim – Twitter: @jonathanberim
Los tatuajes pasaron en poco tiempo de ser una costumbre marginal a ser una moda ampliamente aceptada. De estar restringidos a presidiarios y marinos, a encontrarse en miembros de la farándula y hasta de la política. Pero ¿cuál es la opinión judía al respecto?
Los tatuajes acompañan a la humanidad desde hace milenios. De hecho, en 1991 fue hallado el “Hombre de Hielo”: un hombre momificado por el frío de los Alpes de Ötztal, que tiene más de 5000 años de antigüedad y ¡tiene 77 tatuajes! Se especula que fueron provocados por una especie de terapia primitiva de acupuntura.
Cada civilización que usó los tatuajes, les atribuyó una función distinta. Quizás el ejemplo más llamativo y extendido (y, de hecho, el origen de la palabra “tatuaje”) se encuentra en la Polinesia. Donde se iban grabando el cuerpo a medida que maduraban y también como intimidación para la guerra.
Otros, en cambio, usaron los tatuajes como marcas permanentes para identificar de por vida a los delincuentes. Así era la costumbre en la antigua Roma, en el Imperio Griego y hasta en la Tierra del Sol Naciente.
Fue en Japón donde surgió toda una cultura visual y colorida en torno al tatuaje. Su origen está asociada con los tatuajes a los criminales y los grabados que se autoinfligían los mismos para ocultar dichas máculas. Algo muy común entre los miembros de la yakuza (mafia japonesa).
En la Torá, la primera marca permanente también está asociada con una transgresión y se trata de la Señal de Caín. Luego de asesinar a su hermano, Caín sintió que perdió su condición humana y eso lo hacía vulnerable a los ataques de animales.
Fue ahí que Dios le graba una marca en su frente para que tanto él como las demás criaturas sepan que no perdió su condición y que la misma lo guíe para poder retomar el sendero correcto en su vida.
Más adelante en la Torá, encontramos la prohibición explícita de tatuar el cuerpo en el libro de Vaikrá (19:28): “No harán incisión en vuestra carne por un muerto. Tampoco se harán tatuajes, Yo soy Hashem.”
Los exégetas buscan los motivos de la prohibición. Sefer Hajinuj y Rambam la asocian con el culto idólatra, el Zohar con causar un defecto en el cuerpo que Dios nos entregó y Jizkuni con que la única señal permitida en el cuerpo es el brit milá (circuncisión).
El Talmud (Makot 3:6) analiza como es el proceso de tatuado prohibido por la Torá (si se debe primero perforar y luego pintar o viceversa) y si se debe tratar de un nombre de idolatría o no necesariamente. La conclusión es que ya sea por mandato Divino o mandato rabínico, todas las combinaciones están prohibidas.
Tosfot expande la prohibición a toda clase de marcado en la piel, incluyendo dibujos e incluso si no son permanentes. Pero el código judío de leyes, Shuljan Aruj, prohíbe sólo si se trata de marcas permanentes (como sostienen Rashi y Rosh).
Esclarezcamos pues los mitos que circulan en la cultura popular.
El más difundido es que una persona tatuada no puede ser es enterrada en un cementerio judío. Así lo podemos ver en: “La Niñera” (T4E9) – donde la falta de entierro es lo único que impide que Fran se tatúe, “Curb Your Enthusiasm” (T3E6) – donde la madre de Larry es enterrada aparte y hasta en las primeras declaraciones de Drew Barrymore sobre su conversión al judaísmo.
Si bien el judaísmo prohíbe tatuarse, tener tatuajes no es un impedimento para ser enterrado en un cementerio judío. También es falso que se le retiren al fallecido los tatuajes lo que en sí implicaría una seria transgresión al precepto de respeto a difunto.
La acción voluntaria de tatuar es una prohibición tanto para el tatuador como para el tatuado (si dio su consentimiento para ello). No así tener el grabado en la piel por lo que, una vez hecho, no hay una obligación de retirarlo.
Así y todo, hay grandes legisladores que instan a retirar los tatuajes (como Rab Bakshi Doron y Rab Elioshiv). Desde ya que es correcto borrarlos si provocan un trauma, falta de decoro o tienen referencias a idolatría.
Tampoco se puede tatuar encima de un tatuaje preexistente ya que mantener el tatuaje ya hecho no es una prohibición pero volver a tatuar si lo es. Está prohibido incluso que el nuevo grabado sea en “color piel”.
Los tatuajes con letras hebreas, versículos de la Torá o el nombre de Dios, son más graves aún ya que implican un posible falta de respecto a la escritura sagrada e incluso la necesidad de taparlos para poder ingresar al baño.
La escritura en la mano o los “tatuajes provisorios” (esos que suelen venir en algunos chicles que duran algunos días sino horas), no están prohibidos. Aún así hay quienes los evitar apoyándose en el opinión de Tosfot que mencionamos arriba.
Rav Efraim Oshri (1914- 2003), legislador y sobreviviente del Holocausto, fue consultado sobre borrar los tatuajes del Holocausto y recomendó conservarlos. Se basó en lo ya explicado que la prohibición es el momento de tatuar y no luego (y en este caso no aplica ya que fue por la fuerza).
Además agregó dos motivos: que sean una prueba contra los negacionistas y un motivo de orgullo por haber sobrevivido y, a fin de cuentas, vencido a los nazis que trataron de exterminar al pueblo judío (Teshuvot Mamaamakim 4:22).
El último tema es el maquillaje “permanente”: el mismo es problemático ya que utiliza un sistema de tatuajes en la piel. Estos se hacen menos profundo que los tradicionales por lo que duran algunos años pero no toda la vida.
Si bien no están permitidos para uso exclusivamente estético, el atenuante citado permite la autorización de los mismos en casos de preservar el honor humano; como ser: tapar una cicatriz o recrear cejas perdidas.
Hasta aquí la nota de hoy. Si tienen consultas, no duden en escribirlas en los comentarios y trataremos de responderlas.