Lo que la Torá calla puede enseñarnos más que mil palabras. Aprendé cómo evitar el olvido con una pizca de humor y profundidad. por Jonathan Berim – Twitter: @jonathanberim
🕯️ Leilui nishmat Pesaj Eliezer ben Iosef Abraham
La Torá dedica gran parte de la perashá de Emor al ciclo de fiestas del calendario judío. Esta sección resulta tan representativa que se lee varias veces durante las distintas festividades.
Rav Shlomo Efraim Luntschitz, en su famoso comentario a la Torá (Kli Yakar – Emor 23:16), destaca un punto que muchas veces pasa desapercibido: cuando se trata de Shavuot, se omite la mención del acontecimiento central de ese día. No se menciona la entrega de la Torá. En su lugar, se habla de la “Ofrenda Nueva“, el korbán que se ofrecía en dicha festividad.
En la misma línea de omisiones, la Torá escrita tampoco menciona que Rosh Hashaná es el día del juicio Divino, ese día en que —como sí enseña el Talmud— todas las criaturas pasan ante Dios y son juzgadas.
¿A qué se deben estas omisiones?
Existen dos formas de olvidar algo, y estas exclusiones pueden contener la clave para evitar que olvidemos hechos tan fundamentales.
🧠 Primera forma de olvido: no hacer nada y esperar que algo dure para siempre
Consiste en querer que algo perdure sin tomar acciones concretas para mantenerlo vivo. Se quiere que sea eterno, pero al no alimentarlo, termina por desvanecerse.
Como aquella pareja que, tras 30 años de matrimonio y en plena crisis, decide acudir al rabino en busca de ayuda.
Fernanda, visiblemente angustiada, le dice al rabino:
—Mi marido ya no me ama.
El rabino, serio, se dirige a su esposo:
—Carlos, ¿es cierto esto tan grave?
Carlos, tranquilo como si le hubieran preguntado por el clima, responde:
—¡Para nada!
Pero Fernanda insiste:
—Hace años que no me dice que me ama. ¡AÑOS!
El rabino, intrigado por la brecha entre ambos, le pregunta a Carlos si eso es cierto. Y él, muy convencido, contesta:
—Claro que sí. Le dije que la amaba el día de nuestro casamiento, bajo la jupá. Y desde entonces, no cambié de opinión. Si algo hubiera cambiado… se lo habría dicho.
Carlos cayó en la trampa: pensar que algo puede mantenerse vivo sin invertir energía, dedicación ni renovación es una ilusión. Nada dura si no se trabaja para mantenerlo.
📆 Segunda forma de olvido: asignar un solo día para recordar algo
Cuando se designa un único día al año para recordar algo importante, se corre el riesgo de olvidarlo los otros 364 días.
Como cuando la madre dice:
—¡Llamen a la tía abuela Matilde, que HOY es su cumpleaños!
Y en el mejor de los casos, la llaman ese día… y no se acuerdan más de ella hasta el año siguiente.
🔥 Lo esencial no debe depender del calendario
La entrega de la Torá y el juicio Divino son la base del judaísmo: saber que Dios nos entregó un manual de vida (la Torá) y que evalúa nuestras acciones (el juicio).
Ambos conceptos son tan trascendentales que no pueden depender de una fecha para ser recordados. Por eso, la Torá elige no asignarles un día específico, para que no los recordemos solo ocasionalmente, como a la tía Matilde.
✨ El secreto: la novedad
Para resolver el problema del matrimonio de Carlos y Fernanda, la Torá nos da una pista clave: en Shavuot se menciona una “ofrenda nueva“.
Esto nos enseña que la clave para mantener viva la conexión —con la Torá o con el amor— es la novedad.
Encontrar cada día un motivo para volver a encender la chispa, para renovarse, para sorprender.
Como dice el Talmud (Eruvín 54b), la Torá es como la leche materna: el bebé la consume una y otra vez, y siempre le sabe distinta, siempre encuentra en ella un sabor nuevo.
🙌 Que este Shavuot, y cada día del año, recibamos la Torá como algo nuevo y vibrante.
¡Jag Sameaj!